«Quisiera, dijo, que hablaras con el rey Salomón, pues no te rechazará. Dile que me dé como mujer a Abisag la sunamita».
22 El rey Salomón respondió a su madre: «¿Por qué pides a Abisag la sunamita para Adonías? Pide mejor para él la realeza, pues es mi hermano mayor y están con él el sacerdote Ebiatar y Joab, hijo de Seruya».
23 Entonces el rey Salomón juró por Yavé: «¡Que Dios me maldiga una y otra vez si Adonías no paga con su vida esa palabra que ha dicho!
25 El rey Salomón encargó el asunto a Benaías, hijo de Yoyada, quien hirió de muerte a Adonías.
29 Avisaron al rey Salomón que Joab se había refugiado al lado del altar en la Tienda de Yavé. Salomón mandó decir a Joab: «¿Por qué te refugiaste junto al altar?» Joab le dijo: «Tuve miedo de ti y me refugié al lado de Yavé». Entonces Salomón mandó a Banaías, hijo de Yoyada, con esta orden: «Ve y mátalo».
45 y al contrario, el rey Salomón será bendito y el trono de David se mantendrá para siempre delante de Yavé».
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